sábado, 9 de octubre de 2010

Trabajo Autonomo No. 8 Rocio Andrea Moreno Ramirez 50



TITULO: LA LLAMADA MISTERIOSA.



INICIO: Eli, se encontraba descansando en su casa después de un largo día de trabajo y estudio; cuando ya se disponia a dormir.



NUDO: Timbró su teléfono, lo raro es que ya eran las 2:00 de la mañana, ella contestó y era una misteriosa voz que decía que saliera de su casa porque la estaban esperando afuera.
DESENLACE: Ella decidió llamar a la policia, para que atrapara a la persona que le estaba perturbando su tranquilidad.
Beneficios y dificultades de la navegación en Internet para invidentes (TÍTULO)
(INTRODUCCIÓN)
Colombia tiene unas 230.000 personas con discapacidad visual que intentan acceder a Internet.
Gregorio Ríos es ciego, pero tiene 33.800 libros por leer. Son los títulos que hoy le ofrece Tiflolibros, la primera biblioteca electrónica para invidentes de habla hispana.
(DESARROLLO)
"Antes, tenía que rogar para que alguien me grabara en un casete un libro o el periódico. Ahora, no me va a alcanzar el tiempo para leer todos esos libros", dice Ríos.
Aunque parezca fácil, la navegación por Internet para los invidentes es un privilegio que viene ganando terreno entre los 231.072 ciegos que hay en Colombia, pero aún persisten las dificultades.
Ríos, profesor de la Universidad Pedagógica y máster en Literatura de la Javeriana, se ha beneficiado de un software llamado Hall, que en esencia es un lector de pantallas. Hall, al igual que Jaws -el más popular de estos softwares- lee en voz alta los contenidos en los sitios web, pero a una velocidad inaudible para videntes. Es como los textos de ley que se escuchan en las cuñas radiales de rones o aguardiantes: "El exceso de alcohol es perjudicial para la salud....".
El lío es que estos softwares son muy costosos. Santiago Rodríguez, ingeniero del Instituto Nacional para Ciegos (Inci) estima que adquirirlos puede costar casi 4 millones de pesos. "Afortunadamente, hace poco se creó un software libre, llamado NVDA, que nos va a facilitar mucho la vida a los invidentes y queremos acceder a Internet", sostiene.
Pero los líos no se acaban con la adquisición de un software. Muchos ciegos creen que varios sitios de la red no tienen un diseño que permita al lector de pantalla acceder fácilmente a los contenidos.
En este sentido, la entidad rectora de Internet, el World Wide Web Consortium -conocido como W3C- lleva varios años estimulando a los Estados para que mejoren el diseño de los sitios públicos en Internet. La Unión Europea y EE. UU. han acogido los estándares necesarios para que los ciegos naveguen en la web. "La presión de las agremaciones de ciegos en EE. UU. ha sido fundamental para nuestro acceso a las redes aquí", admite el colombiano Gilberto Pastrana, que trabaja con el tema, en Baltimore.
(CONCLUSIONES)
En Colombia la discusión apenas comienza: el Inci y el Ministerio de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones están sometiendo a discusión pública un documento para crear una norma Icontec, que certifique a los sitios web que adopten los estándares para ciegos.
Pero paradójicamente, el documento que se creó no tiene un enlace directo y no es de fácil acceso para los ciegos, los principales interesados.

RESUMEN

Beneficios y dificultades de la navegación en Internet para invidentes (TÍTULO)

(INTRODUCCIÓN)

Colombia tiene 230.000 personas con discapacidad visual intentando acceder a Internet. Gregorio Ríos es ciego, pero tiene 33.800 libros por leer. Son los títulos que hoy le ofrece Tiflolibros, la primera biblioteca electrónica para invidentes de habla hispana.

(DESARROLLO)

"Antes, tenía rogaba para que alguien me grabara en un casete un libro o el periódico. Ahora, no me va a alcanzar el tiempo para leer todos los libros", dice Ríos.

La navegación por Internet para los invidentes es un privilegio que viene ganando terreno entre los ciegos que hay en Colombia, pero aún hay las dificultades.

Ríos, profesor de la Universidad Pedagógica y máster en Literatura de la Javeriana, se ha beneficiado de un software llamado Hall, que es un lector de pantallas. Hall, al igual que Jaws, lee en voz alta los contenidos en los sitios web, pero a una velocidad inaudible para videntes. Es como los textos de ley que se escuchan en las cuñas radiales de rones o aguardiantes: "El exceso de alcohol es perjudicial para la salud....".

El lío es que estos softwares son muy costosos. Santiago Rodríguez, ingeniero del Instituto Nacional para Ciegos (Inci) estima que adquirirlos puede costar casi 4 millones de pesos. "Afortunadamente, se creó un software libre, llamado NVDA, que nos va a facilitar mucho la vida a los invidentes y queremos acceder a Internet", sostiene.

Los líos no se acaban con la adquisición de un software. Muchos ciegos creen que varios sitios de la red no tienen un diseño que permita al lector de pantalla acceder fácilmente a los contenidos.

La entidad World Wide Web Consortium -conocido como W3C- lleva varios años estimulando a los Estados para mejorar el diseño de sitios públicos en Internet. La Unión Europea y EE. UU. han acogido los estándares necesarios para que ciegos naveguen en la web. "La presión de las agremaciones de ciegos en EE. UU. ha sido fundamental para nuestro acceso a las redes aquí", admite el colombiano Gilberto Pastrana, que trabaja con el tema, en Baltimore.

(CONCLUSIÓN)

En Colombia la discusión comienza: el Inci y el Ministerio de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones están sometiendo a discusión un documento para crear una norma Icontec, que certifique a los sitios web que adopten los estándares para ciegos. Pero, el documento que se creó no tiene un enlace directo y no es de fácil acceso para los ciegos, los principales interesados.

PRESENTADO POR: Rocio Andrea Moreno Ramirez
Grupo 50

1 comentario:

  1. Muy interesantes los avances de internet. El desarrollo del sofware me pareció muy útil e interesante, porque se discrimina menos a las personas ciegas y nos enteramos de avances positivos en el uso de internet. Finalmente este sofware se convertirá en una más de las ventajas de internet.

    Por Matilde Aranda Gómez

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